El liderazgo para la transición, descrito por Tapscott y Caston (1997), contiene una reflexión acerca de las implicaciones que tiene para la formación gerencial la muerte definitiva de los viejos paradigmas, teniendo que admitirse que estos viejos paradigmas son portadores del germen de los nuevos liderazgos, lo cual implica una profunda transformación con procesos creativos, centrados en la tecnología de la información. Se trata de aceptar que: “un paradigma obsoleto en su agonía genera líderes para lo nuevo”, lo cual tiene su explicación en el hecho de que las propias crisis, que se presentan como desequilibrio en las organizaciones, exigen a sus miembros soluciones, porque pueden convertirse en problemas complejos.
En esencia de lo que se trata es de los aprendizajes de los directivos en la llamada era de la información, concretamente considerada como una etapa de transición en la cual la gestión institucional dependerá de la capacidad de los líderes para avanzar al ritmo del proceso de transformación tecnológica: “los enfoques corrientes para operar y administrar las burocracias corporativas tradicionales han hecho que muchas organizaciones sean incapaces de utilizar el nuevo paradigma de la tecnología para responder de manera creativa a los cambios”
De acuerdo con esta afirmación, a los líderes únicamente les será ´posible progresar en la medida en que puedan romper con el viejo paradigma, a través, no solo de una acción en equipo, sino de un aprendizaje en equipo.
Esta ruptura paradigmática se despliega en cuatro dimensiones de un proceso cognoscitivo: reconcebir, reformar, realizar y renovar. La primera se refiere al arranque del programa del aprendizaje, a través de la formulación de sus principios y objetivos, incluyendo la visión de la organización y el compromiso de quienes la conforman, la segunda se refiere a la estructura del programa, su valoración actual, la definición del enfoque del aprendizaje y el nivel de concientización requerido, en la tercera dimensión se plantea el despliegue del proceso del aprendizaje, para lo cual es necesario la integración de los programas, además, contempla la compra de entrenamiento y la construcción, operación y suministro de programas formales, y la última se concibe para el mejoramiento continuo, a través de un monitoreo, para estimular el impacto del programa de aprendizaje y desarrollar la realimentación, para su expansión o evolución.
A través de un análisis de la realidad en las economías desarrolladas fue lo que conllevó a la concreción de estas cuatro dimensiones del proceso cognoscitivo de los directivos para comprender profundamente los procesos que involucran la transformación de sus organizaciones. Se trata pues, de un claro compromiso personal, para entender que el liderazgo de transición responde a intereses comunes que se potencian con el trabajo en equipo, es decir; se trata de un desafío para comprender la nueva era de la microelectrónica y la informática, a través de una transformación cultural que incluye en primer lugar, conciencia y conocimiento para internalizar los conceptos de los nuevos paradigmas del ambiente digital; el segundo lugar, motivación y compromiso para logar una visión compartida que genere confianza en las oportunidades que ofrece la transición y un tercer lugar, habilidades y actitudes, para adecuar la experiencia a la transformación de la organización y la incorporación y uso de nueva tecnología.
En general, el centro de aprendizaje para el cambio tecnológico esta referido al papel esencial de la educación del líder en el nuevo paradigma del ambiente digital, en el cual requiere la incorporación de una nueva cultura con valores, actitudes y comportamientos acordes con las nuevas formas de trabajo que hoy identifican a las organizaciones.
ROMERO S, Juan J. (2008). Gerencia para la Transformación, Una epistemología para el nuevo gerente venezolano. Fundación imprenta de la cultura en Guarenas. Venezuela
TAPSCOTT, D y CASTON A (1997). Cambio de Paradigmas Empresariales. Editorial Mc Graw. Bogota